2009/11/15

> Berria: Oroitzapena > LORCA ENSANCHA SU FOSA

  • Lorca ensancha su fosa
  • Seis familias piden identificaciones de restos porque creen que sus muertos pueden estar enterrados junto al poeta. Existe un efecto llamada entre los mayores según avanza la excavación
  • El País, 2009-11-15 # J. M.-A. . Sevilla / V. C. . Granada
Seis personas han solicitado exhumar e identificar restos ante la Consejería de Justicia de Andalucía para saber si sus familiares están enterrados en la fosa de Alfacar (Granada), donde se supone que yace el poeta Federico García Lorca. Manuel Jiménez, de 81 años, es uno de ellos. A finales de octubre se presentó ante la excavación para encontrar los restos de su padre, Antonio Jiménez, fusilado en agosto de 1936. "En aquellos tiempos se comentaba que habían traído aquí a mi padre. Ahora he venido a ver si podrían estar sus restos", dijo esperanzado.

Los trabajos para la excavación y exhumación pretendían identificar los restos de García Lorca, del maestro Dióscoro Galindo, los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, el inspector de tributos Fermín Roldán y el restaurador Miguel Cobo. Pero desde que comenzaron los trabajos y ya con el plazo que estableció la Junta caducado, han surgido seis personas, todas ellas de Granada capital y alrededores, que han aportado pruebas que acreditan que sus familiares también fueron enterrados en el paraje de Fuente Grande.

El Comisariado para la Memoria Histórica estudia las pruebas aportadas: testimonios orales y escritos, además de datos historiográficos basados en publicaciones y del Tribunal Penal Militar de la época, que reseñaba los fallecidos en la Guerra Civil. "Han aportado datos que hay que investigar. Ahora se verá si la documentación aportada tiene base, y posteriormente se les extraerá el ADN para su identificación", afirman fuentes de la investigación.

A medida que la excavación cobra más eco y es más difundida, es muy posible que salgan a la luz nuevas peticiones de exhumaciones. Los reclamantes son personas mayores que desconocen el funcionamiento de los plazos oficiales y la documentación requerida por la Administración. "Existe un efecto llamada entre la gente mayor. Todos nos indicaron que se decidieron a pedir la exhumación tras comprobar el nivel de seriedad de la excavación", afirman las mismas fuentes.

García Lorca fue fusilado el 18 de agosto de 1936. Estas seis personas han aportado pruebas de que sus familiares fueron ejecutados en una fecha indeterminada entre los meses de agosto y septiembre, por lo que pudieron haber sido enterrados en el paraje de Alfacar.

Las otras familias que junto a Antonio Jiménez han pedido la exhumación de los restos de sus familiares han pedido a la Junta que se respete su anonimato. Jiménez busca aclarar el desconcierto que le produjo la muerte de su padre. "Yo tendría 10 u 11 años. Le quitaron el quiosco de los jardincillos de la plaza del Triunfo a mi padre y le quitaron la vida. No militaba en ningún partido, no era político y no sé por qué razón vino esto. No tenía enemigos, era muy tranquilo", explica.

La excavación se encuentra aún en su primera fase. Tras los trabajos realizados por los técnicos del Instituto Andaluz de Geofísica, se identificaron los seis posibles emplazamientos con restos, movimientos de tierras señalados por el georradar. Una vez que se identifiquen los cuatro emplazamientos que ahora cubre la carpa, ésta se trasladará para proteger los otros dos.

> Erreportajea: Azaroak 20 > INFANCIAS DEL MUNDO: FLECHAZOS CONTRA LA DISCRIMINACION

  • Niños del mundo
  • Suecia: Flechazos contra la discriminación
  • El País, EPS, 2009-11-15 # Quino Petit
¿Qué peso tienen los estereotipos en una de las sociedades más avanzadas? ¿Cómo conviven las diferentes maneras de entender la sexualidad? Hannah Nilsson, estudiante que se declara bisexual, aficionada a tocar el piano y disparar con su arco, busca respuestas.

La diana contra la que a Hannah le gustaría disparar una flecha con su arco se esconde en el corazón de “una sociedad en la que cuando naces, te coloca en una caja, en un estereotipo en el que debes vivir el resto de tu vida”. Porque sí, incluso en un país como Suecia, con una de las políticas sociales más avanzadas del mundo y uno de los índices de desarrollo humano más elevados, ser menor y gay, lesbiana, trans o bisexual puede no parecerse a un camino de rosas. Y eso que ella no es exactamente nada de todo eso. Hannah Nilsson, de 17 años, se considera queer. “Para mí supone no entender precisamente de etiquetas ni de géneros, sino de personas. Yo me enamoro de las personas, no de sus géneros”.

A pesar de su fuerte personalidad, Hannah nunca ha sido muy popular. Ni en el colegio ni en el instituto. “Siempre he dicho lo que pienso. Y creo que eso no le ha gustado a mucha gente. A esa edad, entre los 14 y los 15, fue cuando empezaron a llamarme lesbiana. Porque, claro, son los chicos quienes deben tener el coraje de decir lo que piensan. Cosas de niños. Nunca me afectó mucho. Siempre he sido fuerte. Mis padres y Angelica, mi mejor amiga, siempre me han ayudado”.

Hannah es hija única de una familia acomodada. Pura clase media sueca. Padres cosmopolitas, aficionados a la música y la literatura. “Mis padres y yo hablamos de todo desde que era pequeña. Y diría que siempre me han hablado como a alguien con la madurez suficiente como para comprender en cada momento cada circunstancia”. A pesar de toda aquella comprensión recibida por parte de sus seres queridos, había algo de lo que nunca nadie le habló. Sexualidad. “En el colegio me explicaron prototipos del chico y la chica perfectos. Idealizados según un único punto de vista. Estereotipos. No me sentía identificada en ninguno de aquellos discursos. Yo estaba interesada en chicos, pero también en las chicas. Cuando era pequeña estuve interesada en chicos. A partir de los 14 comencé a sentir otras cosas. A los quince dije a Angelica, mi mejor amiga, lo que sentía. Hoy soy bisexual, pero creo que no existen diferencias entre chicos y chicas”.

A los 16 años visitó la sede de Egalia (RSFL) en Estocolmo, una asociación ligada al movimiento LGBT (Gay, Lesbiana, Trans y Bisexual) a la que permanece vinculada. “A los 17, antes del verano de 2009, le conté a mis padres cómo sentía la sexualidad. Con ellos fue fácil”. Hannah reconoce haber expresado su sexualidad ante sus padres porque le apetecía hacerlo, no porque se sintiera obligada a ello. En un clima de confianza como el de su casa, cuenta, entendió a su debido momento como algo normal contar lo que sentía. “Pero con eso no quiero decir que esté de acuerdo con ir diciendo por ahí lo que eres. ¿Por qué tenemos que decirle a la gente lo que somos si los heterosexuales no lo hacen?”, cuenta Hannah junto a una taza de café. Toda su fuerza, toda su confianza, no le impiden sentir todavía recelo de ciertos comportamientos sociales que juzgan lo que no les incumbe. “De hecho, estoy convencida de que a algunos parientes míos no les haría ninguna gracia conocer mi sexualidad. Y es porque ni conocen ni tienen información sobre alguien que sea diferente a ellos, a los estereotipos que tienen en la cabeza. Saberlo les haría sentirse inseguros ante lo que no conocen. Y eso provocaría un rechazo, te lo aseguro. Es lo mismo que pasa en la sociedad. Y sí, en esta sociedad, la sociedad de Suecia”.

Homosexualidad
Todavía se persigue en 70 países; en algunos se castiga hasta con la muerte. Al menos 23 países desarrollan leyes que discriminan a las mujeres, según estima Amnistía Internacional. Otros 15 mantienen legislaciones discriminatorias contra los migrantes y 14 legislan contra las minorías. Suecia. Figura entre los primeros países en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo de 2008.


Victor y Mandela
“Mi héroe es Nelson Mandela. Representa aquello en lo que me gustaría convertirme. Soy Victor Bernard, tengo 17 años y soy homosexual. Quiero estudiar Política Internacional y trabajar como diplomático”.


La fortaleza de Maine
Ésta es su casa, con los enseres recogidos en maletas, y su familia: su abuela. El reloj, bien grande, para que no se les pase la hora de tomar las pastillas contra el VIH. Ocultamos apellido, pueblo y una parte de la cara para proteger su privacidad.


“Cuiden unos de otros” Le pedimos a Maine un mensaje para los niños del mundo. Nos miró, bajó la cabeza, nos volvió a mirar y se escondió tras la falda y la manta a cuadros de su abuela. Fue ella quien nos respondió: “Que todo el mundo acepte a la gente enferma, y que cuiden unos de otros”.
  • Lesoto: Reino de las abuelas
  • El País, EPS, 2009-11-15 # Rafael Ruiz
Lesoto es el Reino de las Montañas, pero ahora va camino de transformarse en el reino de las abuelas. Ellas han de cuidar de sus nietos, porque el VIH, con una incidencia de más del 23%, ha hecho estragos en toda una generación.

Llegamos al Reino de las Montañas, ese desconocido islote en medio de Suráfrica que sufre una de las tasas más altas del mundo de infectados por el virus del sida, en torno al 23% de la población, sólo por detrás de Suazilandia y Botsuana. El deterioro de la sociedad es tal, que el Reino de las Montañas se está convirtiendo en el reino de las abuelas. Ellas son ahora la espina dorsal: las abuelas se hacen cargo de sus nietos y nietas porque muchos padres y madres, la generación intermedia, han fallecido por la enfermedad. Y ahí están ellas, dignas, con la cabeza bien alta, como la abuela de Maine, de siete años, que nos recibe en su humilde cabaña, en una comunidad de 20 familias. Cuando el niño posa para las fotos con su gorro de lana, su cazadora vaquera, sus botas de goma y su palo –en Lesoto, buena parte de sus habitantes son pastores, sólo hay un 19% de población urbana, y viven todo el año envueltos en una manta y con un cayado en la mano–, parece un hombrecito que le devuelve la mirada a su abuela, como diciéndole: tú, cuídame ahora, abuela, que soy muy pequeño, que dentro de cinco años ya me haré yo cargo de ti, y te cuidaré y te defenderé, y te traeré la luna y las estrellas y lo que haga falta. Porque el cielo queda más cercano en este pequeño país, que se sitúa todo él a más de 1.000 metros de altura, y donde apenas hay coches ni ruidos ni electricidad ni teles ni radios en ninguna de las comunidades que visitamos en una región del norte (no damos más datos para proteger el anonimato del menor).

Abuela y niño son seropositivos, pero su estado de salud es bueno; reciben tratamiento de antirretrovirales gracias a un programa de colaboración de Unicef con el Gobierno. La abuela se infectó cuando cuidaba de su hija, que murió en 2005. Reconoce que no sabía qué enfermedad padecía y por eso no adoptó ninguna precaución con la sangre de su hija. Apenas poseen nada abuela y niño, viven de lo que les dan los vecinos, familiares y ONG, y de algo que saca la abuela haciendo pequeños trabajos para otros y elaborando cerveza (es habitual en Lesoto: casas donde se fabrica cerveza artesanal; para identificarlas, suele ondear una bandera en la cabaña).

Aparte de la extensión del tratamiento, por lo menos ya se habla de la epidemia. Porque hasta hace sólo tres años era tabú, y en las zonas rurales la gente moría y moría, pero nunca se decía de qué, no se tocaba el tema. Los enfermos quedaban estigmatizados. De hecho, aún hoy día, cuando preguntamos las razones de la muerte de las madres de los niños que visitamos, nos dicen: VIH. Pero cuando preguntamos la del padre, la respuesta siempre es una: no se sabe. Y son ellos los principales agentes de la infección. La falta de trabajo en Lesoto lleva a muchos hombres a las minas y obras de Suráfrica; desahogan frustraciones y cansancio en prostíbulos, sin tomar medidas; y al regresar a sus casas se llevan puesto el virus, que transmiten a sus esposas, que siguen pariendo y trayendo al mundo niños con VIH (la media de hijos por mujer en las zonas rurales es de seis).

Maine, el hombrecito, nunca ha ido al colegio. El equipo de Unicef que nos acompaña se propone cambiar eso. Le compramos zapatos, un uniforme, una pequeña mochila, libros y cuadernos, lápices y goma de borrar para que el próximo curso se apunte. La abuela está de acuerdo. Hasta ahora no lo había enviado porque le veía demasiado chiquitito y frágil. La cabaña está rodeada de melocotoneros y albaricoqueros en flor. Es septiembre y comienza la primavera en Lesoto. La expresión de digna satisfacción de la abuela, su alegría cuando observa al niño quitarse las botas de goma que lleva día y noche para colocarse los zapatos, nos hace ver los melocotoneros y albaricoqueros aún más brillantes. Rosas, a pesar de tanta desgracia. Se agita fuerte el viento en las montañas y el polvo difumina el paisaje y los perfiles de las cabañas de adobe. Maine se ha puesto los zapatos con el pie cambiado; siempre lo hace, dice su abuela. Ríe y se los recoloca. Insiste el niño en estrenarlos para la sesión de fotos, entre maletas. Es
así su casa, todo recogido en maletas, como si estuvieran en permanente mudanza, cuando lo cierto es que la vida de la mayoría de los habitantes de este tierno país transcurre entera en el mismo pueblo.

Presidiendo la estancia donde tomamos la foto, un gran reloj. Extraño en África, donde la luz y la oscuridad marcan el ritmo del día a día. La abuela nos explica por qué: para tomar puntualmente las dosis de la medicina frente al VIH.

Sida
En el mundo, la incidencia del VIH en adultos de entre 15 y 49 años es del 0,8%. Alrededor de 15 millones de madres están infectadas, con el riesgo de que transmitan el virus a los hijos que tengan. En 2007, el 35% de estas mujeres recibían tratamiento para prevenir el contagio a sus hijos; en 2008 ese porcentaje subió al 45%. Lesoto. En este país africano, el zarpazo de la pandemia afecta al 23,2% de los adultos de entre 15 y 49 años. Hay 105.000 madres infectadas.

> Berria: Homofobia > PROGENITORES DE JOVENES HOMOSEXUALES PIDEN "EDUCAR" AL PROFESORADO

  • Los padres de homosexuales piden 'educar' a los profesores
  • Los progenitores instan a los maestros a erradicar de las aulas la homofobia. Exigen a Educació que cumpla el plan de no discriminación aprobado en el 2006
  • El Periódico de Catalunya, 2009-11-15 # María Jesús Ibáñez . Barcelona
Algo no funciona cuando, a pesar de las leyes pioneras y de los mensajes de normalidad que tratan de transmitir las series de televisión, aún hay encuestas que dicen que uno de cada cuatro escolares cree que la homosexualidad es una enfermedad. Y que un tercio de los alumnos de Primaria y Secundaria no ve incorrecto tratar despectivamente a un compañero porque su orientación sexual es distinta a la de la mayoría. «La homofobia persiste y ha de empezar a combatirse en la infancia. Por eso, nos preguntamos qué está haciendo la escuela para erradicar la discriminación», cuestiona Carme Rabadà, presidenta de la Associació de Mares i Pares de Gais i Lesbianes (AMPGIL). La clave, dice, la tienen los profesores.

La entidad, que ayer celebró su 15° aniversario, quiere que la vuelta al cole deje de ser una pesadilla para sus hijos. Víctimas de acoso escolar –el también llamado bullying–, los gais y las lesbianas adolescentes, sobre todo los que todavía no han hecho pública su orientación, se encuentran desamparados. Lo peor, aseguran los chicos, es la soledad, «no poder hablarlo con nadie». Algunos –muy pocos– encuentran apoyo en amigos, pero en raras ocasiones cuentan con la comprensión o la complicidad del profesorado.

Formación continuada
«El plan interdepartamental para la no discriminación dice que el hecho homosexual y el transexual se deben incorporar en la formación continuada del personal docente, pero la realidad demuestra que eso no es aún así», lamenta Rabadà. El mismo plan, aprobado por la Generalitat en el 2006, establece que los colegios catalanes –públicos, privados o concertados– han de prever en sus currículums de ciencias sociales «instrumentos para incluir el hecho homosexual». Las bibliotecas escolares, recoge la normativa, han de contar también con un fondo documental sobre homosexualidad.

El colectivo de gais y lesbianas es, quizá, uno de los pocos en España en que el ordenamiento jurídico va por delante de los cambios sociales, observa Albert Arcarons, esposo de la presidenta y miembro activo de la AMPGIL. Una de las preocupaciones de los padres de jóvenes víctimas de homofobia –«prima hermana de la violencia machista», dice Arcarons– es el riesgo de depresión a que se ven abocados los chicos.

La única manera de terminar con el bullying, explican quienes han pasado por ello, es haciendo que lo distinto se vea como normal. «La solución pasa por informar y, a partir de allí, por fomentar el respeto y la tolerancia», afirma Cati Pastor, madre de Àlex, un joven de 19 años «que ha vivido muchos sufrimientos», asegura la mujer. Cati está convencida de que el papel de los profesores es fundamental en esta labor.

El psicólogo del colegio
Óscar de 23 años, hizo pública su condición de homosexual cuando aún cursaba la ESO en Badalona (Barcelonès). «La profesora no se complicó la vida: me envió directamente al psicólogo del colegio, en horario de clase». «Cuando el hombre me preguntó qué me pasaba, yo respondí sencillamente que a mí no me ocurría nada, que tal vez el problema lo tuvieran los demás», relata el joven.

«El problema de fondo es que la sexualidad sigue estando fuera de las aulas», denuncia Josep García, socio también de la AMPGIL. En su opinión, «aún hay demasiada gente que se escandaliza con iniciativas como la que recientemente ha tenido la Junta de Extremadura, que ha creado talleres de sexualidad en que, entre otras cosas, se explica a los jóvenes cómo masturbarse». Mientras no se superen estas situaciones, afirma García, «será difícil combatir la intolerancia».

Jordi Arcarons Rabadà: “Dejé de ir a clase de tenis el día en que el monitor me insultó”
Nunca le gustaron demasiado las clases, pero aquel grito insultante –teóricamente con pretensiones de estímulo– fue definitivo. Su padre, Albert, dejó de llevarle al club de tenis el día en que el monitor profirió un insulto homófobo para exigirle que corriera más. Jordi Arcarons ya sabía entonces que a él no le gustaba el fútbol y otros deportes, como a sus compañeros, pero no fue hasta los 21 años cuando explicó a sus padres que era homosexual.

«Yo siempre le vi feliz y la verdad es que fue toda una sorpresa», relata su madre, Carme, ahora presidenta de la Associació de Mares i Pares de Gais i Lesbianes (AMPGIL). «El papel de los profesores es fundamental, pero no hemos de olvidar a las ampas, hemos de implicarlas también, porque las familias son definitivas en la aceptación del hecho homosexual», advierte Carme.

Alex García Pastor: “El acoso acabó cuando confesé, ante toda la clase, que era gay”
El círculo vicioso del bullying no se rompe hasta que, un buen día, el acosador planta cara. Àlex lo hizo. Y funcionó. «En cuanto confesé en clase, ante toda la clase, que yo era gay, se acabaron los insultos», explica. Durante los tres años anteriores, el joven, que ahora tiene 19, había sido víctima de un constante acoso por parte de los compañeros y de la más absoluta pasividad por parte de los profesores.

Alex estudiaba en un colegio de una población pequeña del Maresme, pero «eso no fue un problema», recuerda ahora. Acabaron aceptándole. Ahora, después de haber estudiado para convertirse en auxiliar de vuelo, está inmerso en sus estudios de inglés. «Nuestra preocupación es que no llegue a ser libre, o mejor, que no pueda ser tan libre como su hermano mayor, porque uno es heterosexual y el otro homosexual

Angela López Alejandro: “A los 14 años, mi tutora me dijo que me esperase, que se me pasaría”
Su madre, Rosaura, le acaricia la mano con ternura mientras ella, Ángela, rememora los tiempos del colegio. Tenía 14 años, recuerda, cuando fue a pedir ayuda a su tutora. «Le conté mi caso, le expliqué que creía que era homosexual y me respondió diciendo que me esperase, que seguro que con el tiempo se me acabaría pasando», señala.

Con 32 años, esta diseñadora gráfica barcelonesa recuerda también con tristeza la incomprensión de los amigos. «Llegó un momento en que no supe con quién hablar», dice. Cuando finalmente se lo explicó a su madre, la mujer se quedó «aturdida y desorientada». «Mi primera reacción fue pensar en qué me había equivocado», relata Rosaura. Luego comprendió «que la homosexualidad no es ni de ricos, ni de pobres; ni de católicos, ni de ateos; ni de izquierdas ni de derechas».

> Berria: Diskriminazioak > VIVIENDA Y FORMACION SON LOS PRINCIPALES PROBLEMAS DE LA COMUNIDAD ROMANI DE GIPUZKOA

  • Vivienda y formación son los principales problemas de los gitanos de Gipuzkoa
  • Unos 3.500 guipuzcoanos celebran mañana el Día del Pueblo Gitano Vasco. Conservan el caló y algunos hablan en romintxela, mezcla de euskera y romaní
  • El Diario Vasco, 2009-11-15 # Javier Meaurio . San Sebastián
Llegaron hace 500 años a la península, en el siglo XV. Originarios de Asia -India, Pakistán (el Punjab, Sri Lanka...)- los gitanos forman un colectivo de cerca de un millón de personas que representan el 2,1% de la población del Estado -12 millones en el mundo- y constituyen la principal minoría étnica española. En la Comunidad Autónoma Vasca se constata un grupo formado por 16.000 personas de las que un 60% vive en Vizcaya, un 20% en Gipuzkoa -entre 3.000 y 3.500- y otro 20% en Álava. Mañana, 16 de noviembre, celebran el Día del Pueblo Gitano Vasco, instaurado en 2005, por ser la fecha en la que el Ejecutivo autónomo aprobó en 2004 el I Plan Vasco para la Promoción Integral y la Participación Social del Pueblo Gitano. En este mismo año, en febrero, se ha dado el visto bueno al aprobado del segundo plan.

«Para la comunidad gitana en Gipuzkoa la situación va cambiando a mejor aunque mantiene intacta toda su problemática», asegura María José Rubio, de la Fundación Secretariado Gitano (FSG), con sede desde este verano en la avenida de Ategorrieta de Donostia. La fundación -sin ánimo de lucro- nació en julio del 2001 y tiene 48 sedes en todo el Estado. «Estábamos instalados en Álava, Vizcaya y Navarra. Faltaba Gipuzkoa y desde junio somos ya una realidad».

Para buscar un local en San Sebastián han padecido las mismas vicisitudes que los gitanos. «Teníamos toda la documentación en regla y cuando estábamos a punto de firmar el contrato de alquiler, al oír la palabra gitano el dueño se echaba atrás. Más que encontrar una sede es ella la que nos ha encontrado a nosotros. Es lo mismo que les ocurre a los gitanos cuando quieren acceder a una casa. Muchos se hacen pasar por sudamericanos o a través de un amigo payo o sin rasgos gitanos consiguen alquilar una vivienda. El estigma que tiene la comunidad gitana les persigue. Esa imagen de gente que organiza líos no les ha abandonado todavía», añade Rubio.

Con todo -y pese a que el de la vivienda sigue siendo uno de sus principales problemas-, la mayor parte de los gitanos guipuzcoanos vive en pisos. «El porcentaje de chabolismo en Gipuzkoa es insignificante. No es un fenómeno que represente al colectivo. Puede ser que las casas en las que viven algunos estén más o menos deterioradas, pero aquí no viven en chabolas», señala Conchi Franco, del Secretariado Gitano de Cáritas. Añade que con la llegada de personas procedentes de Rumanía -algunos de ellos gitanos- sí se ha producido un aumento de una población que vive en casas o edificios abandonados.

Escasa formación
Además de la vivienda, el de la formación y el empleo es el mayor problema que sufren los gitanos guipuzcoanos. «Tienen una falta de cualificación y formación evidentes. Sucede, además, que se casan y tienen familia muy jóvenes y necesitan dinero, por lo que aceleran y acortan lo que debería ser su proceso de formación, lo que dificulta su inserción», señalan desde la FSG. Y es que aunque la escolarización en la etapa de Primaria se mueve en torno al 95%, no ocurre lo mismo con la enseñanza superior, donde apenas se matriculan los gitanos y muchos menos con la universitaria.

Además de sus conocidas actividades en mercadillos y en venta de chatarra, el reparto -que implica conducir vehículos y moverse de un lado a otro- el trabajo en almacenes con carretillas elevadoras y la reparación de coches, son las colocaciones que más les motivan. «Tienen una habilidad especial para la mecánica. En este terreno de cambiar el aceite o poner a punto un vehículo son autodidactas, muy habilidosos», afirma Conchi Franco.

Irun, Zumarraga y Donostialdea son las zonas donde se agrupa un mayor número de gitanos en Gipuzkoa. «Se encuentran por todo el territorio, como es lógico, lo mismo que nosotros los payos. En San Sebastián bastantes familias gitanas viven en Intxaurrondo», informan desde Cáritas.

El pluralismo y la heterogeneidad imperan en el colectivo con diferencias entre unos y otros. «Algunos son autónomos y no recurren a los servicios sociales, por lo que ni nos consta su existencia. Sus procesos de adaptación a la sociedad dependen asimismo de su nivel económico, por lo que las familias que más tiempo han vivido en chabolas o en poblados tienen más dificultades para la integración», agrega Conchi Franco.

La comunidad gitana tiende a crecer ya que su población forma una especie de pirámide invertida con respecto al resto de la sociedad guipuzcoana, en la que los mayores son pocos mientras que los niños abundan. Se trata, con todo, de una tendencia en variación ya que ahora las familias gitanas tienen una media de tres hijos.

En opinión de las agrupaciones sociales que trabajan con ellos es este descenso del número de hijos, junto al retraso en la edad del matrimonio los fenómenos que podrían favorecer la promoción social de la mujer gitana, que tiene un papel fundamental dentro de esta etnia. «La familia, y dentro de ella la mujer, son el pilar básico, la columna vertebral de la comunidad gitana. La mujer además de ama de casa se ocupa de la crianza de los hijos e incluso se incorpora al mercado laboral, algo que cada día demandan más. Ahí sí que se está produciendo un cambio», asegura Rubio.

Otros rasgos
El respeto a los difuntos, la boda, el cuidar a los mayores, las fiestas y celebraciones, el casarse entre ellos y muy jóvenes, la lengua, el salir con un chico o una chica solo después de la petición de mano y el que los hijos trabajen en lo mismo que los padres, son algunos de los rasgos identitarios de los gitanos, tendencias que van cambiando. Mantienen su habla, el caló, una mezcla del romaní y el español- y los más veteranos, el romintxela, euskera y romaní mezclados.

A los gitanos les gusta más hablar de adaptación que de integración porque ésta última significa «diluir, perder parte de tu identidad ya que tenemos una diferencias culturales y étnicas con los payos, pero que si las perdemos desaparecemos como pueblo», señala José Ramón Jiménez, Montxo, presidente de la asociación Kamelamos Adiquerar, con sede en Donostia.

El problema que influye en que las condiciones socioeconómicas de los gitanos sean precarias es el de la discriminación. «Hay una serie de ideas preconcebidas sobre los gitanos que dificultan su vida y ponen obstáculos a su acceso a la vivienda, el empleo, la educación o los servicios sociosanitarios. Un gran desconocimiento de la sociedad paya con respecto a la gitana. Cuando entras en su mundo te encuentras con una gente muy acogedora, que te abre las puertas de sus casas y que te ofrece lo que tiene», afirma Montxo.

En esto incide Bartolomé Jiménez, vicepresidente del Consejo para la Promoción Integral y Participación Social del Pueblo Gitano. «En el segundo plan, aprobado en febrero se marcan los tres objetivos principales que son: la mejora de la calidad de vida, la promoción y la participación social y sobre todo el fomento de la convivencia mediante el conocimiento de la cultura e historia del pueblo gitano y el reconocimiento de su identidad», concluye.

Una vida 'complicada'
Difícil, muy difícil y complicado que un gitano o gitana quiera aportar su testimonio y muchos menos su fotografía a la hora de realizar un reportaje periodístico. Son demasiados clichés negativos los que persiguen a este pueblo y la mayoría coincide en que aparecer en un medio de comunicación como perteneciente a esta etnia no les favorece y que incluso les perjudica.

Conchi Jiménez tiene 37 años y nació en Irun. Su madre es irunesa y su padre de Ondarroa. Su marido es también gitano y trabaja en un reconocido 'templo' de la gastronomía guipuzcoana, y con muy buena nota, aunque prefiere no hablar. «No nos favorece aparecer en la prensa como gitanos».

Conchi ejerce de mediadora en Cáritas con familias gitanas y estudia en la Universidad Pública de Navarra en el curso 'Experto en Intervención Social con la Comunidad Gitana'. «He vivido toda mi vida en Irun. Me casé con un gitano y no hemos sufrido exclusión por parte de la sociedad, aunque sí que existe».

Mario Lozano tiene 50 años y cinco hijos y cinco nietos. Casado con una mujer gitana, como él, vive en Donostia, para cuyo ayuntamiento trabaja en tareas de mantenimiento. «Soy nacido en Navas de Oro (Segovia) y con 13 años llegué a San Sebastián. No me quejo. Ahora tengo un trabajo temporal, pero sí es cierto que los gitanos tenemos problemas a la hora de encontrar un empleo. En una empresa de jardinería me dijeron: 'No queremos ni a moros ni a gitanos'. He pasado mucho tiempo buscando trabajos y en más de la mitad de ellos he tenido serios problemas por mi condición de ser gitano», explica.

> Berria: Eskubideak > CHINA SE AFERRA A LA PENA DE MUERTE

  • China se aferra a la pena de muerte
  • Pekín ejecutó el lunes a nueve detenidos por las revueltas étnicas de julio. El régimen mantiene el uso generalizado del castigo máximo. China es el país que más personas ejecuta del mundo: al menos 1.718 el año pasado, aunque el número real se desconoce
  • El País, 2009-11-15 # José Reinoso
Cuando estalló el odio étnico entre miembros de las etnias uigur y han en la región autónoma occidental china de Xinjiang, en julio pasado, el balance oficial fue de 197 muertos y más de 1.600 heridos, hanes la inmensa mayoría de ellos. Las autoridades prometieron severos castigos para los responsables de la violencia, y la pena capital para los máximos culpables. "Los brutales criminales serán sentenciados a muerte", avisó Li Zhi, secretario del Partido Comunista Chino en Urumqi, capital de Xinjiang, donde se produjeron los enfrentamientos.

La promesa se ha cumplido. Pekín anunció el lunes pasado que nueve de los acusados han sido ejecutados. Ocho de ellos eran uigures y uno, han. Otros tres han sido condenados a la pena capital con dos años de suspensión, lo que normalmente significa que será conmutada por cadena perpetua.

Las duras sentencias por las peores revueltas étnicas que ha sufrido China en las últimas décadas sacan de nuevo a la luz el uso generalizado de la pena de muerte. La oposición habitual de organizaciones de derechos humanos y algunos gobiernos extranjeros se ha intensificado en este caso, porque la mayoría de los ajusticiados pertenecen a una minoría étnica y porque hay dudas sobre la ecuanimidad de los tribunales. En China, los magistrados se encuentran bajo el control del Partido Comunista.

"Las declaraciones hechas por los funcionarios chinos tras los disturbios hacía muy difícil que los juicios fueran imparciales", asegura Amnistía Internacional (AI). Esta organización de derechos humanos denuncia la falta de transparencia de los juicios, y argumenta que se negó a los acusados la posibilidad de elegir a sus defensores. "Las autoridades judiciales de Pekín presionaron a los abogados de derechos humanos para que no aceptaran los casos", señala. El Congreso Mundial Uigur, una organización en el exilio, dijo que se ha negado a los condenados el derecho a ver a sus familias antes de ser ejecutados.

El Gobierno de Estados Unidos ha criticado también los juicios. Ian Kelly, portavoz del Departamento de Estado, aseguró que Washington "continúa urgiendo a China para que gestione todas las detenciones y los procesos judiciales relacionados con la violencia en Urumqi de forma transparente" y "de acuerdo con las normas internacionales". Pekín replicó rápidamente. "Esa gente son criminales implicados en las muertes en Urumqi (...) El Gobierno ha tratado estos casos de acuerdo a la ley", dijo Qin Gang, portavoz de Exteriores. Este cruce de declaraciones sitúa la espinosa cuestión de los derechos humanos en el punto de mira, en vísperas de la visita que el presidente estadounidense, Barack Obama, comienza precisamente esta noche a China.

Los enfrentamientos en Xinjiang estallaron el 5 de julio. Miles de personas se echaron a la calle para protestar por la muerte de dos uigures a manos de hanes durante una pelea en una fábrica en la provincia sureña de Guangdong. Lo que inicialmente comenzó como una manifestación pacífica en el centro de Urumqi se convirtió en una espiral de violencia cuando la policía intentó disolver la marcha. Los uigures lanzaron un ataque indiscriminado contra miembros de la otra etnia. Dos días después, grupos de hanes, armados con palos, barras de hierro y machetes, se abalanzaron contra el barrio uigur, aunque la policía les impidió el acceso. El número de muertos que se produjo ese día no ha sido divulgado. Muchos uigures sienten un gran resentimiento contra los hanes -la etnia mayoritaria en China- y el Gobierno central, a los que acusan de discriminación y represión cultural y religiosa. Los uigures son musulmanes.

Las penas de muerte dictadas en Xinjiang han sido las más numerosas de las reveladas recientemente, pero no las únicas. Tres miembros de bandas criminales fueron sentenciados a finales del mes pasado en Chongqing (en el centro de China), en el marco de una campaña contra el crimen organizado. Dos tibetanos fueron ajusticiados en octubre por las revueltas de Lasa, capital de Tíbet, en marzo de 2008. La sentencia provocó la crítica de la Unión Europea, a la que el portavoz de Exteriores chino, Ma Zhaoxu, respondió que los juicios habían sido "justos". "Se trata de un asunto interno y de soberanía judicial de China en el que ningún otro país puede inmiscuirse", zanjó.

China es el país que más personas ejecuta del mundo: al menos 1.718 el año pasado sobre un total de al menos 2.390, según Amnistía Internacional. El número real se desconoce, ya que Pekín lo considera secreto de Estado, pero se cree que es muy superior. En Estados Unidos fueron llevadas al patíbulo 37 personas. En Europa, sólo Bielorrusia continúa aplicando la pena capital: en 2008 dio muerte a cuatro presos.

La organización de derechos humanos estadounidense Fundación Dui Hua, que centra su actividad en China, estima que el año pasado fueron ejecutadas 6.000 personas en el país asiático, según cifras recabadas entre funcionarios locales. Un total de 68 delitos son susceptibles de recibir la pena máxima, la mayoría no violentos. Algunos con definiciones tan difusas como "poner en peligro la seguridad nacional" o "dividir la nación". Contrabando, corrupción, proxenetismo o fraude fiscal pueden llevar al condenado a la sala de la muerte.

Las organizaciones de derechos humanos sostienen que el proceso que conduce cada año al patíbulo a miles de presos en China está plagado de irregularidades, torturas para extraer confesiones y errores judiciales; y afirman que las apelaciones son decididas a menudo por el mismo tribunal que ha dictado la sentencia.

Es imposible saber con certeza si China ejecuta ahora a más o menos gente que hace unos años. Pero los analistas políticos e incluso Amnistía Internacional suponen que el número ha debido de bajar "de forma significativa", después de que Pekín anunciara en 2005 el restablecimiento de la obligatoriedad de que las penas de muerte sean supervisadas por el Tribunal Supremo.

Las sentencias se ejecutan habitualmente mediante disparo, aunque en los últimos años se ha extendido el uso de la inyección letal, un método que ha sido calificado de "más humano" y de "progreso social". En algunas provincias existen furgonetas ambulantes preparadas para su uso. La prensa anunció el miércoles pasado que a partir del año que viene todos los condenados a muerte en Pekín serán ejecutados mediante inyección letal.

Algunos profesores universitarios han elevado sus voces para pedir la eliminación de la pena máxima. Pero el escaso debate interno está marcado por la doctrina oficial, que dice que las condiciones actuales de China no son adecuadas para su supresión. El Gobierno, no obstante, quiere reducir su uso y limitarla a crímenes que tengan "graves consecuencias sociales".

Para el diario oficial en inglés China Daily, las ejecuciones de Xinjiang son "la justicia que toda la gente con conciencia estaba esperando". "No creemos que nada, salvo la pena de muerte, pueda reflejar mejor el deseo del público en general y el espíritu del gobierno de la ley", señala en un editorial. Una posición a años luz de la de Amnistía Internacional, para quien, en palabras de su secretaria general, Irene Khan, la pena capital es un método de castigo "cruel, inhumano y degradante", que, según dice, "no tiene cabida en el siglo XXI".